Ramón López Velarde
Pueden encontrarse en la historia de nuestra literatura, no sólo por su genio y la calidad de su lenguaje, sino porque a él se debe, en mucho, el cierre del modernismo y la fundación de nuestra poesía contemporánea. Fue un hombre de su tiempo, que recibió numerosas influencias literarias asumidas y no.
Nacido en Jerez de la Frontera, Zacatecas, en el mismo año en que Rubén Darío publicó su revista Azul, López Velarde empezó a escribir cuando ingresó en el Seminario Conciliar de Zacatecas en el año de 1900. Después fue a estudiar al Seminario de Santa María de Guadalupe en Aguascalientes y posteriormente al Instituto de Ciencias de la misma ciudad.
En periódicos y revistas de la Ciudad de México publica con regularidad ensayos, poemas, periodismo político, ensayos breves y crónicas, y aquí, como diría José Luis Martínez, "cumple el destino oscuro de los pretendientes sin título en la corte": ocupa modestos puestos burocráticos y docentes, entabla rápidas y efusivas amistades entre el mundillo periodístico y bohemio y se inicia con arrojo, pero también con timidez y freno religioso al erotismo al que puede acceder.
En 1916 aparece su primer libro, editado por Revista de Revistas, consagrado " a los espíritus de Gutiérrez Nájera y Othón" . Se titula La Sangre devota y título y contenido, delatan su nostalgia por la provincia, el fervor de su pureza y la figura de la musa de sus primeros versos, la mítica Fuensanta. Este amor primero, se llamó en realidad Josefa de los Ríos, era también oriunda de Jerez, ocho años mayor que el poeta, murió en 1917 y seguramente no tuvo una relación, más que platónica, con el joven López Velarde.
En 1916 inició una relación sentimental con Margarita Quijano, maestra culta y hermosa, diez años mayor que él y que fue breve, ya que ella la terminó por "mandato divino".
UN POEMA DE Ramón López Velarde
Hermana, hazme llorar…
Fuensanta:
dame todas las lágrimas del mar.
Mis ojos están secos y yo sufro
unas inmensas ganas de llorar.
Yo no sé si estoy triste por el alma
de mis fieles difuntos
o porque nuestros mustios corazones
nunca estarán sobre la tierra juntos.
Hazme llorar hermana,
y la piedad cristiana
de tu mano inconsútil
enjúgueme los llantos con que llore
el tiempo amargo de mi vida inútil.
Fuensanta:
¿tú conoces el mar?
Dicen que es menos grande y menos hondo
que el pesar.
Yo no sé ni por qué quiero llorar:
será tal vez por el pesar que escondo,
tal vez por mi infinita sed de amar.
Hermana:
dame todas las lágrimas del mar…
RUBÉN DARÍO
nicaragüense, 1867-1916. El padre del modernismo, el poeta de las piedras preciosas, cuyo verdadero nombre era Félix Rubén García Sarmiento. Se dice que cambió de nombre para seguir la tradición de su familia a quienes denominaban "los Darío", honró un antepasado suyo de nombre Darío, por lo que el poeta, además de la admiración que sentía por el famoso rey persa, adoptó este nombre como apellido y se convirtió así en Rubén Darío. Debido a un revés amoroso, el famoso poeta emigró a Chile, donde publicó su primer libro titulado Azul en 1888, iniciando con ello la corriente del modernismo. Después viajó por Europa y en España conoció a las grandes figuras de la literatura. Se casó con la escritora salvadoreña Rafaela Contreras en 1890; al morir su esposa, el poeta sufrió un golpe terrible del cual nunca se repuso del todo; a su memoria escribió el poema El poeta pregunta por Stella. Fue nombrado cónsul de Colombia en Buenos Aires, en donde impulsó el naciente modernismo argentino. Volvió a España, donde publicó su segunda obra importante Prosas profanas (1896). Desde entonces viajó por Inglaterra, África, Italia, Bélgica, Alemania, Austria-Hungría, donde vivió años de gloria y de bohemia. En 1905, a los 38 años, publicó Cantos de vida y esperanza. Abandonado por sus patrocinadores en Nueva York y gravemente enfermo de pulmonía llega a León, Nicaragua, para morir el 5 de febrero de 1916 a los 46 años.
Ramón López Velarde (1888-1921), nació en Jerez, Zacatecas, México. Estudió en el seminario de la capital de su estado, vivió siempre a la sombra de sus musas, como su inolvidable Josefa de los Ríos (Fuensanta), la figura delicada, frágil y "con prestigio de almidón"; Águeda, su prima y Genoveva, la del piano, la temática fúnebre de su poesía posmodernista.
En medio de las luchas revolucionarias, Velarde escribió sus primeros poemas. En 1911 se recibió como abogado. En 1916 publicó su primer libro La sangre devota, cuyos poemas reflejaban influencias de Lugones y Herrera
La frustración, el erotismo, la muerte y el conflicto que causó en él la pasión por las mujeres y su educación religiosa, se combinaron y dieron como resultado una poesía llena de metáforas e imágenes audaces, en la cual predominan las palabras cultas y rebuscadas.
COMO ULTIMO LUGAR UNA MUESTRA DE UNO DE LOS POEMAS DE RUBEN DARIO PADRE DEL MODERNISMO
SONATINA
RUBÉN DARÍO
La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
La princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos de dulzura de luz,
o en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay! la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al Sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.